El Testamento

¿Qué tienen en común George Walter Bush y Carlos de Inglaterra? Dejen estar las cábalas ideológicas, no va por ahí la cosa. ¿Y estos dos, qué tienen en común con la Iglesia ortodoxa rusa, con el semanario de extrema derecha alemán National Zeitung y con la Generalitat de Catalunya?

Los herederos legales de un anciano militar fallecido en Mallorca se aprestan a impugnar las últimas voluntades de su pariente, bajo el argumento de que en el momento de testar había perdido por completo el juicio. Difícil papeleta, porque salvo que su psiquiatra –que, diabólicamente, es también uno de los beneficiarios- ratifique que el finado había extraviado la chaveta, la prueba de la incapacidad para testar se antoja peliaguda cuando de un difunto se trata. Por eso, la ‘autopsia’ psiquiátrica es una de las pruebas periciales mejor pagadas y, a la vez, una de las que menos garantías de éxito ofrece.

Las ventajas de la demencia ya fueron glosadas por Erasmo de Rotterdam en 1511. La locura no es siempre síntoma de enfermedad, sino todo lo contrario, puede constituir una expresión libérrima del albedrío. ¿No ha hecho usted nunca ninguna locura? Imaginemos que nuestro militar estuviera hasta los mismísimos de sus parientes y por ello decidió instituir herederos a los mencionados. Hace unas décadas eran bastante comunes los legados a ‘los chinitos’ o ‘los negritos’, cuyo destino debía decidirse por un consejo constituido ad hoc, según el Código Civil. En este caso, el testamento fue otorgado con todas las formalidades y autorizado por un notario. Sí, ya sé que últimamente los fedatarios no tienen demasiada buena prensa por lo que al análisis psicológico de sus clientes se refiere, pero precisamente por lo estrambóticas de las disposiciones testamentarias del militar, tengo la impresión de que se aseguró muy mucho de que estuviera cuerdo, al menos en apariencia. No estamos ante un conflicto entre unos parientes y otros, o entre la parentela y la señora que lo cuidaba en los últimos años –caso prototípico-, sino ante un conflicto internacional. Los familiares despechados tendrán que litigar con los Bush, los Windsor, con el Pope ruso, con un consejo de administración neonazi y con Artur Mas. En este último caso, si la CUP le deja, claro.

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