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Fez la joya medieval de Marruecos que sigue latiendo con fuerza

Fez, una joya del Magreb, es un laberinto histórico que ofrece un viaje sensorial a través de su medina, cuyas calles guardan más de mil años de cultura, fe y conocimiento. Ideal para conectar con la tradición marroquí.

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Fotos: J. Fernández Ortega

Perderse en Fez es encontrarse en el corazón vivo de la historia. Laberíntica, intensa, vibrante y eterna, esta ciudad marroquí no es solo un destino, sino un viaje al alma espiritual del Magreb. Para este puente de mayo te traemos un viaje corto y con vuelo directo desde Mallorca, ideal para quienes buscan desconectar de lo cotidiano y conectar con la esencia de una ciudad que parece detenida en el tiempo.

Si estás pensando en viajar a Marruecos y te preguntas qué ver en Fez, aquí tienes una guía completa con los lugares imprescindibles, datos históricos y claves para disfrutar de una experiencia inolvidable.

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Una ciudad con más de mil años de sabiduría

Fez no se improvisa. Se respira. Fundada en el año 789 por Idrís I, descendiente del profeta Mahoma, esta ciudad fue mucho más que una capital. Fue centro de cultura, fe y conocimiento durante siglos, albergando la universidad más antigua del mundo en funcionamiento, la prestigiosa Al Qarawiyyin, nacida en el siglo IX.

El alma de Fez está dividida en tres tiempos:

  • Fez el-Bali, la medina histórica y Patrimonio de la Humanidad.

  • Fez el-Jdid, el barrio real con su Mellah judío.

  • Y la Ville Nouvelle, el legado urbano del protectorado francés.

Cada rincón tiene su historia. Cada calle, su susurro. Caminar por sus estrechos pasadizos es dejarse llevar por una sinfonía de sonidos, colores y aromas que no se repite en ningún otro lugar del planeta. Fez no se mira: se siente, se escucha, se intuye. Es una ciudad para viajeros con los cinco sentidos abiertos.

Qué ver en Fez: entre la tradición y el asombro

La medina de Fez el-Bali

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Es probablemente la medina medieval mejor conservada del mundo árabe. Un laberinto de más de 9.000 callejones donde el tiempo parece haberse detenido. Aquí no hay coches. Solo el eco de pasos, el sonido de los artesanos y el aroma a cuero, comino y té a la menta.

Curtidurías de Chouara

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Una de las estampas más icónicas de Marruecos. Desde las terrazas, el espectáculo de los tintes naturales y los artesanos trabajando el cuero es hipnótico. Consejo de viajero: lleva una hoja de menta si no toleras los olores fuertes.

Madraza Bou Inania y Madraza Attarine

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Dos joyas arquitectónicas del siglo XIV. Las madrazas eran escuelas religiosas donde se enseñaban leyes, gramática y filosofía islámica. La Bou Inania, además, permite el acceso a no musulmanes.

Universidad de Al Qarawiyyin

Fundada en 859 por Fátima al-Fihri, es reconocida por la UNESCO y el Libro Guinness como la institución universitaria más antigua del mundo aún en funcionamiento. Un símbolo del saber islámico y del protagonismo femenino en la historia del conocimiento.

Bab Bou Jeloud

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La Puerta Azul es la entrada monumental a la medina. Azul por fuera (el color de Fez), verde por dentro (el color del islam). Una transición cromática que marca el paso al universo medieval.

Historia de Fez: imperios, sabios y exilios

La historia de Fez es también la del Islam occidental. Fue sede de los Idrísidas, refugio de andalusíes tras la caída de Al-Ándalus, y epicentro del renacimiento cultural con los meriníes en los siglos XIII y XIV. Más tarde, la ciudad mantuvo su peso simbólico bajo los alauitas, la dinastía que hoy sigue gobernando Marruecos.

Durante el Protectorado francés (1912-1956), Fez quedó en un segundo plano frente a Rabat, pero eso preservó su esencia. Hoy, su medina sigue siendo un testimonio vivo del pasado.

Fez hoy: turismo cultural, tradición y espiritualidad

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Fez no es solo turismo. Es espiritualidad viva, tradición que se resiste al olvido. Aquí se celebran festivales como el Festival de Músicas Sagradas del Mundo, que atrae artistas y peregrinos culturales de todos los continentes.

Puedes sumergirte en un hammam tradicional, descubrir talleres de zellige (mosaicos marroquíes), o adquirir una alfombra hecha a mano por las cooperativas femeninas. Todo tiene un alma detrás. Nada es industrial. Nada es indiferente.

Para los viajeros sensibles a los detalles, Fez ofrece una experiencia única: despertar con el canto del almuédano, escuchar el cincel del artesano sobre la madera de cedro, o tomar un té caliente en la terraza de un riad, contemplando el horizonte azul de tejas y montañas.

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Consejos para viajar a Fez

  • Mejor época para viajar: primavera y otoño, por sus temperaturas suaves.

  • Vestimenta: respetuosa, sobre todo en zonas religiosas.

  • Alojamiento: los riads son la mejor opción para vivir la ciudad desde dentro.

  • Gastronomía: no te vayas sin probar el tajine de cordero con ciruelas o la pastela de pollo y almendras.

Fez no se conquista en un día. Se explora sin prisa, como quien saborea un buen té moruno, hoja por hoja. Viajar a Fez es sumergirse en una ciudad que se niega a ser decorado y sigue siendo protagonista. Una ciudad que respira historia, que susurra sabiduría, y que te espera para revelarte su esencia.

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