La operación de fusión entre BMN y Bankia que previsiblemente se anuncia para mediados de 2017, es una buena operación para dos entidades que han recibido ayudas públicas y de las que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) posee el 65% de su capital. A falta de que se pueda formar un Gobierno que autorice la fusión y que la Comisión Europea dé su visto bueno, lo cierto es que como ha reconocido el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, esta tendría “lógica industrial” además de “lógica financiera”.
El intenso arraigo de BMN, que absorbió a la antigua Sa Nostra en Balears, favorece los planes de Bankia de mejorar su presencia en comunidades donde ahora no es muy fuerte. Pero de salir adelante, se hace preciso que se garantice la filosofía empresarial que BMN ha sido capaz de mantener de Sa Nostra: cercanía, proximidad e implicación en la sociedad balear a través de su Obra Social. Si eso no fuera así y la entidad que surja de la fusión de los dos bancos no atendiera estos criterios, se convertiría en un banco más de los muchos que operan en Balears pero sin que el tejido social y empresarial la reconociese como más beneficiosa para la comunidad.





