Los retos que tiene por delante el conseller del Mar y el Ciclo del Agua, el menorquín Juan Manuel Lafuente, son enormes y algunos, de difícil solución. En la entrevista concedida a mallorcadiario.com queda de manifiesto que la situación política heredada en su departamento, tras la asunción de la competencia de Costas de una forma tan precaria como inexplicable, es compleja y requerirá no sólo de una gestión administrativa eficaz, algo que la Demarcación de Costas no fue capaz de hacer, como demuestra el ingente volumen de expedientes y licencias pendientes de tramitar, sino también de nuevas herramientas legislativas para poner orden en un caos normativo que se ha traducido en la imposibilidad de llevar adelante actividades que hasta el momento se habían venido desarrollando desde décadas atrás sin el menor problema.
El anuncio de la redacción de un proyecto de ley de ordenación y protección del litoral y la costa de Baleares es, por sí mismo, un reto de enorme calado y, a la vez, una oportunidad para dar seguridad jurídica a las actividades en este ámbito desde un enfoque de la realidad económica, social y medioambiental de Baleares. Es obvio que la Ley estatal y aún más su reglamento, no han sido todo lo satisfactoria y eficaz que cabía esperar, lo que, unido a una calamitosa tramitación por parte de una Demarcación de Costas hipertrofiada, ha ocasionado un ingente volumen de ciudadanos descontentos. Solo hay que ir a determinadas zonas del litoral balear y comprobarlo.
El enorme problema del agua es fundamental en esta nueva etapa política, donde el ciclo del agua merece una conselleria propia, que habrá de aportar soluciones para garantizar y mejorar el suministro de agua de calidad a los usuarios. Se trata de una problemática que afecta de forma directa a los ayuntamientos, por lo que deberá abordarse su gestión de forma transversal. Pero está claro que hay un enorme margen de mejora, por más que no será fácil ni barato.