La Policía Nacional ha detenido en Palma a un hombre que, según la investigación, llevaba mes y medio recorriendo hoteles, supermercados y locales de comida del centro como si estuviera tachando una lista de tareas. Entrar, coger lo que hubiera a mano y desaparecer antes de que llegara la Policía, ese era su modus operandi. En total, acumuló nueve robos con fuerza y un hurto, además de un botín variado por valor de más de 3.000 euros, desde bebidas y comida hasta objetos de valor.
El Grupo de Robos detectó en apenas seis días un aumento inusual de denuncias en establecimientos turísticos y comercios de la zona. El patrón era siempre el mismo. El sospechoso forzaba accesos, se colaba dentro y arramblaba con todo lo susceptible de ser revendido o consumido. En un hotel llegó a repetir la visita cinco veces, como si el sitio fuese ya su sucursal oficiosa.
Los agentes concluyeron que el hombre había entrado en “espiral delictiva”, una expresión fina para describir a alguien que, simplemente, no levantaba el pie del acelerador. Tras identificarlo plenamente, montaron un dispositivo de búsqueda que terminó con su arresto y su traslado a dependencias policiales.
Para añadir ironía al guion, el detenido ya había pasado por comisaría la semana anterior por hechos similares. Palma, al parecer, le había quedado pequeña para tanto carrerón.







