Durante seis días, Palma ha sido puerto y anfitriona del mayor portaaviones del mundo, el USS Gerald R. Ford, y de los más de 3.000 marines estadounidenses que han disfrutado de permiso en nuestra isla. Una visita que ha despertado curiosidad, titulares y, sobre todo, una realidad incuestionable: Palma ha demostrado estar a la altura, como ciudad moderna, organizada y hospitalaria.
El impacto económico ha sido positivo y un ejemplo de convivencia cívica, que ha dejado esta estancia. Los marines se han movido con total normalidad por toda la isla, utilizando taxis, autobuses, bicicletas y servicios con conductor, y dejando constancia, según numerosos testimonios, de una actitud respetuosa, educada y generosa. Han adquirido productos locales, han disfrutado de nuestra gastronomía, y todos han contribuido a dinamizar la economía de Mallorca en una época intermedia de temporada.
Los comerciantes, los taxistas, los restauradores y los guías coinciden en una misma percepción, ha sido una visita ejemplar, bien coordinada y sin incidentes destacables, que ha dejado beneficios en los pequeños negocios y en la imagen internacional de Mallorca. Salvo alguna anécdota aislada y puntual, la convivencia ha sido modélica.
Conviene reconocer la eficiencia de las instituciones, Autoridad Portuaria, Delegación del Gobierno, Policía Nacional, y empresas de transporte, que han sabido coordinar los accesos y los desplazamientos sin causar afectaciones graves al tráfico ni al día a día ciudadano. Todo ello confirma que Palma es una ciudad capaz de acoger grandes eventos y contingentes internacionales con solvencia y normalidad.
Más allá de los datos, queda la impresión de que estos días han sido buenos para todos, y para la ciudad, que ha proyectado una imagen positiva, cosmopolita y segura.