Conocida también como ‘la isla de la calma’ y captada magníficamente por el escritor y pintor Santiago Rosiñol, es la mayor del archipiélago balear. Conocida internacionalmente por su belleza, tiene una población de 613.831 habitantes y una superficie de 3.640 kilómetros cuadrados, en la que la distancia más larga que se puede recorrer es de 120 kilómetros, los que separan el Port de Sant Elm del faro de Formentor en el cabo del mismo nombre, dato que puede inducir a error acerca de las posibilidades que ofrece la isla para realizar excursiones y descubrir constantemente paisajes distintos y siempre de belleza insólita. La mayoría de los visitantes se limitan a conocer una pequeña parte del litoral, pero la oferta en el interior es tan sorprendente como recomendable. Palma, la capital, acoge a 325.000 habitantes, prácticamente la mitad de la población, y en su centro histórico se encuentran los mayores monumentos arquitectónicos de la Isla. A lo largo de su historia, Mallorca, nombre que se deriva del latín Majorica, y éste de Major (mayor), ha ido reuniendo rasgos más que suficientes para poder mostrar al viajero todos los horizontes del mundo latino. Los paisajes casi míticos de un mediterráneo habitado sucesivamente por cartagineses, romanos y árabes, se concentran aquí sin solución de continuidad. A tan sólo dos pasos de los centros urbanos y turísticos, se encuentran ambientes rurales con todo su carácter y personalidad intactos. Los olivos centenarios, los almendros, los bosques de pinos y encinas, los huertos de árboles frutales, los puertos pesqueros y las atalayas en ruinas que coronan los acantilados desde los tiempos en que los piratas atemorizaban a los habitantes de la Isla, todos tienen su contrapunto en las cultas arquitecturas de Palma y en las numerosas residencias aristocráticas, fincas, repartidas por el campo mallorquín. El viajero tiene enfrente un apretadísimo programa que abarca también el récord de personajes ilustres que al descubrir Mallorca dejaron un suave aire de nostalgia. George Sand y Chopin en 1838 y el archiduque Luis Salvador en 1860, son sólo un ejemplo de los numerosos visitantes de excepción que han elegido algún lugar de la Isla para componer su obra. HISTORIA: El origen de los primitivos mallorquines se remonta a la prehistoria. Siglos antes de la era cristiana eran un pueblo guerrero. Los griegos y los fenicios pelearon contra ellos y, especialmente los cartagineses, tuvieron grandes dificultades antes de reducirlos. Aliados entonces con aquel pueblo le acompañaron en sus conquistas contribuyendo a sus victorias. Con la decadencia de Cartago, los mallorquines, de acuerdo con los demás isleños, fomentaron la marina, atacando varias ciudades romanas de la costa y siendo vencidos en el año 121 antes de Cristo por las legiones al mando del general Quinto Cecilio Metelo, quien fundó Palma y Pollença y trajo colonos procedentes de Hispania para poblar los territorios. La ocupación de la Isla por los vándalos tuvo lugar en el 445; los bizantinos la recuperaron en el 534, fecha a la que siguió un largo período de decadencia, que finalizó en torno al 903-904, año de su definitiva incorporación al emirato de Córdoba por Isam al-Hawlani. Durante la época musulmana, Mallorca obtuvo un cierto grado de independencia en 1087, que perdió en 1114 a raíz del desembarco de la escuadra pisano-catalana. En 1158, Ali Ibn Ganiya se declaró independiente y su dinastía se mantuvo en el poder hasta 1203. Veintiséis años después desembarcaron las naves mandadas por Jaume I. Con la conquista se abrió un nuevo período en la historia de la Isla, caracterizado por las luchas que provocó la decisión de Jaume I de dividir su reino, ya que dio el Regne de Mallorca (Balears, Montpellier, el Rosellí, la Cerdanya y el Conflent) a su hijo Jaume, lo que provocó las invasiones dirigidas por el infante Alfonso (1285) y Pedro III (1343). Jaume III intentó recuperar su reino pero fue derrotado y muerto en la batalla de Llucmajor (1349). Con este hecho finalizó el período de independencia política y Mallorca dejaba de ser una nación para convertirse en una provincia, sometida a las vicisitudes de dinastías foráneas, incorporada a la historia general de España. ECONOMÍA: El decenio de 1990 es clave para la economía de Balears, con un crecimiento espectacular durante los últimos seis años, un contexto de aceleración y consolidación en el que se ha movido la actividad en Mallorca, pasando de un producto interior bruto de 1.696 billones de pesetas en 1996 a 2.356 billones en 2000. El conjunto de indicadores económicos disponibles muestra que la Isla ha crecido durante los últimos años a ritmos superiores a la media española, dinámica a la que no es ajena ni el incremento de la inversión extranjera ni la asignación intersectorial, primando el sector terciario, si bien, el ritmo de crecimiento de la economía mallorquina se ha ralentizado considerablemente, ya que ha pasado de un 7,1% en 1999 a un 3,39% en 2000. El sector de servicios ha absorbido más del 80% del crecimiento del valor añadido bruto total de la Isla. El fuerte dinamismo de los servicios y de la construcción ha contrastado cada vez más con la debilidad de la agricultura y la industria, lo que ha supuesto un crecimiento muy desequilibrado, tanto en el litoral como en el interior, ya que el sector terciario impone su ley a los otros sectores. Sin duda, el clima de estabilidad económica basado en la contención de la inflación y en la reducción de las tasas de interés ha favorecido el crecimiento y la creación de empleo en la Isla. De hecho, todas las ramas de actividad, excepto el sector primario, han experimentado tasas de crecimiento positivas durante los últimos años, especialmente la construcción, con tasas de crecimiento cuatro veces superior a las de crecimiento general de la economía mallorquina. Pese a todo, el motor de la economía insular sigue siendo el sector servicios, donde las partidas de comercio, bares, restaurantes y alquiler de inmuebles son las más importantes en volumen. Este aumento del nivel de actividad explica que la población activa y la ocupada hayan continuado creciendo con fuerza en Mallorca durante los últimos diez años, presentando unas tasas superiores a las del resto del Estado. El empleo en la Isla se fundamenta mayoritariamente en el sector servicios y también en la construcción, especialmente durante los últimos años, con el denominado tercer boom turístico, alrededor del cual se han construido nuevos equipamientos turísticos, entre los que cobran especial importancia las viviendas unifamiliares orientadas al turismo residencial. Con relación a los contratos, la situación de bonanza económica vivida durante los últimos cinco años ha dado lugar a un incremento de los puestos de trabajo y, en consecuencia, de la contratación, pese a que sigue existiendo una fuerte presencia de los contratos eventuales, tal y como lo demuestra el hecho de que durante el bienio 94-96 esta modalidad se incrementó cerca del 40% frente a un aumento de la población asalariada del 9%. Por sectores, construcción figura al cabeza en número de contrataciones temporales, seguido de servicios e industria. La contratación indefinida ordinaria, pese al aumento registrado en los últimos años, continúa ocupando un lugar marginal en el conjunto de las ocupaciones, representando únicamente el 1,87% del total. ACTIVIDAD TURÍSTICA: El sector turístico encuentra en Mallorca uno de sus principales focos de expansión, que queda reflejado no sólo en su aportación al PIB regional y al empleo, sino en el sentido más estratégico, dado que condiciona el desarrollo de toda la economía mallorquina, ya que en sólo diez años prácticamente se ha duplicado el número de turistas que llegan a la Isla por vía aérea, pasando de 4.653.300 en 1990 a 7.872.200 en 2000, (pendiente incluir datos de 2006). Este espectacular crecimiento del número de visitantes ha venido acompañado de un fuerte incremento de la oferta de servicios turísticos, a la vez que una importante parte de estos ha pasado a manos de multinacionales, a través de los mismos operadores turísticos. El desarrollo del turismo ha tenido un efecto muy importante en otras actividades económicas como la construcción y el transporte.





