Una noche mágica marcó el inicio de una nueva joya culinaria en la isla. Así se presentó Mariluz, un restaurante que promete convertirse en referente imprescindible para los amantes del buen comer y del buen vivir en Mallorca. Bajo la luz tenue de la muralla de Es Baluard y con el Mediterráneo como testigo, Mariluz celebró su apertura, dejando claro que ha llegado para quedarse. Un espacio donde la gastronomía se mezcla con la cultura, el arte y la belleza natural de Palma.

Un enclave privilegiado con vistas de ensueño

Ubicado estratégicamente sobre la muralla medieval de Palma, Mariluz no es simplemente un restaurante, sino una experiencia sensorial completa. Desde su terraza, se puede contemplar el puerto, el renovado paseo marítimo y, por supuesto, la majestuosidad de la catedral iluminada al caer la noche. Su localización es perfecta para completar una visita al Museo de Arte Contemporáneo Es Baluard, convirtiéndose así en el punto de encuentro ideal entre cultura y sabor.

Diseño con alma mallorquina

El diseño de Mariluz lleva la firma de Sandra Tarruella, reconocida por su sensibilidad hacia los materiales autóctonos. Aquí, la madera de olivo, la alfarería de fang y la llatra se funden en armonía con la muralla y el puerto. Un entorno que respeta la historia y que, al mismo tiempo, ofrece un aire contemporáneo, cálido y acogedor. La terraza es un juego de luces, esculturas, vegetación y agua, creando un oasis urbano que invita a quedarse.

De la mañana a la noche

¿Desayunar sobre una muralla con vistas al mar? Sí, en Mariluz es posible. Desde temprano, el local ofrece una carta de desayunos y brunch que mezcla lo tradicional con lo innovador: ensaimadas, croissants, zumos naturales, tostadas gourmet y huevos preparados al gusto.

Tapas al mediodía y arroces que cuentan historias

Al mediodía, el restaurante se transforma en un homenaje al producto local. Tapas de calidad, frescas ensaladas, tumbet y, por supuesto, arroces que son pura poesía mallorquina: desde el caldoso de cigalas hasta el verde de salicornia y cocochas. Sabores que remiten al mar, al campo y al alma de la isla.

El atardecer: el mejor momento del día

Cuando el sol empieza a bajar, Mariluz despliega todo su encanto. La terraza se convierte en un mirador único, donde con un cóctel en mano se puede contemplar la catedral de Palma bañada por los colores del crepúsculo. Y cuando cae la noche, el restaurante se viste de gala: velas, plantas, la brisa marina y una iluminación cálida crean un ambiente íntimo y mágico.

La carta de Alex Durán: un tributo al producto local

El chef Alex Durán ha diseñado una carta con un fuerte carácter mediterráneo y mallorquín. El protagonismo lo tienen los productos frescos de la isla: mariscos, pescados, algas y verduras de temporada.

• Entre sus entrantes estrella destacan el crudo de pez limón, la croqueta de bogavante y la gambita de cristal crujiente con aguacate.

• En arroces y pastas, es imprescindible probar los Tagliolini Cipriani con anchoas y limón o el Paccheri con salmonetes y tomatitos.

• En pescados, la lubina con espárragos, la escórpora frita y las piezas salvajes del mercado son una apuesta segura.

• Para los carnívoros, el cabrito lechal con manzana asada o el solomillo a las tres pimientas son auténticas delicias.

Y para los golosos, el sorbete de limón con aceite de oliva virgen y albahaca o el Coulant de almendra mallorquina con helado de café son el broche perfecto.

Vinos con alma

La carta de vinos ha sido curada con mimo, con una selección de vinos nacionales y mallorquines, además de una oferta destacada de vinos naturales y ecológicos que acompañan perfectamente cada plato.

Un proyecto con raíces y visión

Mariluz es el fruto de la pasión de Tomás Tarruella, cofundador del Grupo Tragaluz, quien después del éxito de SPOT en Santa Catalina, vuelve a apostar por Palma con un concepto más íntimo, pero igualmente vibrante. Un restaurante que no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma, pensado tanto para locales como para viajeros que buscan algo más.

Mariluz es un lugar donde el tiempo se detiene, donde cada momento del día tiene su magia y donde cada plato cuenta una historia. Con su enclave único, su diseño cuidado, su cocina honesta y su atmósfera inigualable, este restaurante se perfila como un nuevo icono de la gastronomía en Palma de Mallorca.