El hombre que mataba cabras a gritos

Esta semana se ha vuelto a hablar de la posibilidad de que Warner lleve al cine la historia de Hijo Rojo, la novela gráfica de Mark Millar que plantea una curiosa ucronía: ¿qué hubiera pasado si Superman en lugar de llegar a la Tierra en Kansas y ser adoptado por los afables granjeros Kent, hubiese caído en un koljós ucraniano de la Unión Soviética?; ¿y si Superman se paseara por los cielos de la Guerra Fría con una hoz y un martillo en el pecho defendiendo al padrecito Stalin?; ¿se imaginan un Superman comunista?; ¿votaría a Podemos?; ¿cambiaría a Lois Lane por una becaria del Pravda o de laSexta?; ¿sería el malvado Lex Luthor un traidor menchevique? La propuesta es fascinante. Les propongo a los de la Warner una alternativa patria, que si no la quieren se la pasamos a Pedro Almodovar, pues seguro que hace un peliculón de esos de mucho llorar y cojines con tapetes de ganchillo.

Miren, la cosa va así... Ni Kansas, ni Ucrania, ni mandangas: la nave del hijo de Jor-El cae en un sembrado de alcaparras de Campos. Un payés que pasa por allí se caga en las muelas del meteorito — no se ha percatado de que trata de un moisés intergaláctico—que le ha hecho un surco de tierra quemada de trescientos metros y llama a la pareja de la Benemérita, que eran muy modernos y ya eran pareja mixta, no mixta de las de hombre y mujer como ahora, sino de las de «yo soy de Pollença y tú de Ciudad Real». Los picoletos adoptan al bebé que, aunque pequeño, luce barba y lleva gafas. Tiene una fuerza sobrehumana y con solo una mano levanta el Land Rover de la Guardia Civil. Luego aprende catalán viendo Bola de Drac en TV3 y se mete a bollycao —así es como mi madre llama a los boy scouts— . No me extiendo en los detalles que luego me copian el guión. Al final, el pequeñín crece, adopta su nombre humano de Toni Noguera, desarrolla unos poderes del copón y todo el mundo lo aclama como el salvador que necesita una ciudad monárquica, fascista, españolista y corrupta como Palma. Hasta los del gremio de libreros van a hacerle la ola al Ayuntamiento, que ya me dirán que demonios tiene que ver vender libros con pelotear al primer edil —yo debo ser corto de miras, porque solo se me ocurre la caza de la subvención—. Mas no todo es bonito para Toni Kal-El. Después de ordenar el derribo de Sa Feixina, una señora mayor de las de mantilla y misa dominical, coge un pedrusco de los escombros y, en un momento de despiste, se lo cuelga del cuello a nuestro superalcalde que cae fulminado al suelo, porque para él el hormigón franquista es como la kryptonita. Ahí lo dejo, con intriga y suspense a lo Hitchcock, para que la Warner o Almodóvar me compren la historia. ¡Qué gran cliffhanger, una vieja facha del barrio de Santa Catalina a punto de derrotar a Toni Noguera!

No quiero cerrar el capítulo de Noguera sin dedicar un tiempo a José Hila, el que cuando lean estas líneas ya no será alcalde de Palma. Ha dejado la alcaldía con una bronca monumental, de esas de cuando a Curro Romero le daba por tener una espantá y se liaba parda en la plaza de toros. Me parece que el pobre va a pintar muy poco en los próximos dos años. No va a mandar ni jugando a los clicks.

Otra gran historia de cine de la semana es la de los presuntos terroristas detenidos en Mallorca. Lo de presunto lo digo es español, que quede claro, porque presunto en portugués significa jamón y no quiero mezclar a cerdos con yihadistas, no vaya a ser que llamen islamófobo como esta semana hizo el pipiolo podemita Carlos Saura con Jaume Font en una tertulia de IB3 Ràdio. El del Pi se puso como una moto. Normal, el buenrrollismo internacionalista de Saura taladra un cerebro de titanio. Aquí, Cipolla tendría trabajo. Yo a los presuntos, en lugar de enviarlos a Madrid en helicóptero se los hubiera mandado unos días a Saura a su casa, a ver qué pensaba después de la islamofobia que denuncia. Porque claro, los musulmanes son una cosa y los judíos otra, que la formación morada es un nido de antisemitas. Que se lo digan a su compi Aligi Molina.

En fin volviendo a lo de los yihadistas... La gran estrella del rock de la función es el imán salafista Tarik Chadloui, conocido en las redes sociales como Tarik Ibn Ali. El fulano es como el Rubius en chungo, una especie de telepredicador youtuber, vamos, un influencer de la yihad. Cachislamar, le podía haber dado por coleccionar camisetas de Mariah Carey o algo así y dejarnos a todos en paz. Bueno, ahora sabemos que el Tarik este se ha dejado caer por Mallorca y lo hemos visto en vídeos de Youtube paseando por Palma, posando con el dedito de sacarse los mocos en alto delante de Marivent, de la Seu... Ser un pintas no es delito, pero lo ves con sus colegas y cambias de acera. Y que no venga Saura con que eso es islamofobia. Lo más surrealista de los vídeos del turismo masificador de Tarik es una imagen en la que llama al rezo en lo alto de Sa Calobra. Se pone a dar voces que ni Joselito en Despeñaperros mientras los turistas le hacen fotos. Los del Seprona lo deberían contratar para matar a gritos a las cabras asilvestradas de la Serra de Tramuntana. Y luego nos quejamos de los guiris de Punta Ballena...

Dejando de lado a los humanos bípedos que parecen personas, el otro gran bicho de la semana además de Tarik es la pobre tintorera que se ha paseado por las playas de Illetas, Cala Major y Palma. El desdichado escualo, herido de muerte y famélico, fue de playa en playa hasta que varó, lo sacrificaron y se lo llevaron a hacerle una necropsia. Era incapaz de hacerle daño a nadie, ni siquiera era yihadista, pero los tabloides británicos y germanos lo han convertido en un gran blanco sediento de sangre humana. Si llega a morder a según qué bañista hubiera muerto alcoholizado.

La tercera gran historia de cine es todo el culebrón judicial en torno a Álvaro Gijón. Ni defiendo ni acuso, y no voy a entrar en las movidas de burdeles, drogas y colchones empapados en sudor. Tampoco voy a opinar sobre la detención de los padres y el hermano de Gijón ni de su baja del PP. Daría todo esto para una truculenta película de David Lynch. Lo que daría para un documental de Michael Moore es lo de las filtraciones. Según «la fuente» se encontraron en casa de los padres de Gijón 500.000 euros, o, lo que es lo mismo, el equivalente a dos botes de Cola Cao de los que tenía plantados en el jardín Antonia Ordinas. Al cabo de unas horas se desmintió la información. El de la Fuente que firma este artículo soy yo, la fuente que la cagó a lo grande ya sabemos quien es, no hace falta ser muy listo para imaginarlo. Como entenderán, llegados a este punto me tengo que callar.

Yo se lo contaría, pero eso es otra historia.

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