El Banco de Valencia va a ejecutar la propiedad avalada a Jaume Matas como fianza en la causa del Palma Arena. Matas no puede pagar los intereses devengados y por ello puede perder su casa de San Feliu. Esta entidad financiera, participada mayoritariamente por Bancaja, fue muy criticada por los medios informativos locales cuando se convirtió en avalista del expresidente. Ahora aplauden su decisión de quedarse con el bien inmueble por impago del deudor. Entonces decían que era el banco amigo de JM y se hicieron un sinfín de especulaciones acerca de las relaciones entre ambos. El BdV no ha tenido más remedio que actuar de esta manera, por dolorosa que sea para Matas. Pero la entidad valenciana tiene amigos y amigos. Con su socio y mejor cliente Bartolomé Cursach el comportamiento no ha sido el mismo que con Matas. Todo lo contrario: ha salido en su ayuda. El BdV compró a Cursach hará un par de meses los edificios que tenía en el Polígono de son Valentí, el Mega y la discoteca Io. Cursach estaba necesitado de dinero por la situación crítica de sus negocios residenciales en Río de Janeiro, en los que el BdV es socio además de prestamista. Y salió en su ayuda aun estando en una situación límite. Standard & Poor's catalogó al BdV como bono basura casi a la par que la entidad valenciana compraba las acciones del Mega e Io. Es decir, cuando para nadie era un secreto que se encontraba al borde del precipicio. El Banco de Valencia no es la única entidad del Levante español que hace distingos entre amigos. Otras competidoras de la Comunidad valenciana que se hallan en situación parecida, muy crítica, también han salido al rescate de sus más íntimos. Y otras entidades más próximas para los isleños, más nuestras, también se inclinan por unos o por otro en función de las filias y las fobias. Unos agravios que tarde o temprano traerán sus consecuencias.
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