SIMEBAL agradece el trabajo “incansable” de los médicos de urgencias, así como de los SUAPs y la Atención Primaria, y lamenta la falta de previsión de las gerencias sanitarias. “Los tiempos de espera desmedidos, la falta de camas y los profesionales agotados no son fenómenos nuevos. Se repiten verano tras verano sin que se adopten medidas estructurales”, denuncia.
COLAPSO HOSPITALARIO
El sindicato alerta del colapso en los principales hospitales. En Son Espases, se atienden entre 450 y 500 urgencias diarias, con picos de 14.000 al mes.
Los pacientes pendientes de ingreso superan el medio centenar en verano y las esperas para subir a planta alcanzan los tres días. “Esto deteriora la calidad asistencial y genera un entorno indigno para pacientes y facultativos”, lamenta SIMEBAL.
En Son Llàtzer, la situación es similar: 300 urgencias al día, un 80% de saturación, esperas de hasta tres días para ingreso y solo una contratación de refuerzo este verano. En Manacor, los boxes de atención están doblados desde hace cinco años y las urgencias diarias rozan las 300, con más de 15 pacientes diarios pendientes de ingreso. En Inca, el panorama es parecido.
Ibiza y Menorca aguantan algo mejor, gracias a otra organización interna y a que no han cerrado camas, pero la falta de médicos persiste. “Nadie quiere trabajar en estas condiciones”, sentencia el sindicato.
CAMAS SOCIOSANITARIAS
Otro de los factores que agravan la situación es la escasez de camas sociosanitarias, que cronifica el colapso. En Mallorca, el cierre del Virgen de la Salud y la saturación del Joan March siguen generando cuellos de botella. “Es incomprensible que en plena temporada alta se cierren camas o no se refuercen los servicios”, critica SIMEBAL.
El sindicato exige contrataciones dignas y un reconocimiento efectivo del trabajo de los profesionales. “Cada año se normaliza un problema estructural. Si claudican las urgencias, el sistema sanitario se vendrá abajo”, advierte.
Y lanza una doble recomendación: a los ciudadanos, que acudan primero a la Atención Primaria; y a la administración, que asuma su responsabilidad y deje de escudarse en el sacrificio de los médicos. “No es un discurso quejumbroso. Es una llamada de auxilio de quienes sostienen el sistema con su humanidad y compromiso. Sin ellos, el barco ya estaría hundido.”