Un destino de película para una actriz de cine y televisión. Ana Fernández, conocida por su trayectoria en producciones como Los Protegidos o Las Chicas del Cable, ha encontrado en Mallorca algo más que sol y tranquilidad. Aquí también ha traído su faceta más emprendedora. Lo ha hecho de la mano de su pareja, Adri Roma, vocalista del grupo Marlon, y con el mar como escenario perfecto para una nueva aventura: la creación de Bonawa, una empresa de experiencias náuticas con sede en la isla.
Una lancha, un verano y un negocio
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En su perfil de Instagram, Ana no solo muestra rincones paradisíacos y momentos de descanso, también deja entrever cómo trabajo y placer se dan la mano en su día a día. En una de sus publicaciones más recientes, se la puede ver disfrutando de la velocidad sobre las aguas del Mediterráneo, a bordo de una lancha de ocho metros que navega con estilo y energía. El piloto, en esta ocasión, es Adri Roma, a quien se le ve concentrado al timón mientras Ana sonríe y comparte la travesía con sus seguidores.
No es un simple paseo: esa lancha es el corazón de Bonawa, su nuevo proyecto común. La pareja decidió transformar su pasión por el mar en una propuesta profesional, alquilando su embarcación a particulares para ofrecer una experiencia única de navegación por la costa mallorquina. El concepto apuesta por un turismo responsable, accesible y, sobre todo, auténtico. También es pet friendly, lo que ha sumado puntos entre los visitantes que no quieren dejar a sus mascotas en tierra.
Mallorca, algo más que un plató
Mallorca no es una isla cualquiera para Ana. No es solo el decorado ideal para unas vacaciones. En más de una entrevista ha confesado que lleva años veraneando en las Baleares, y que aquí encuentra un equilibrio necesario entre la exposición mediática y la desconexión. Ahora, además, es la base de su aventura empresarial, que sueña con llevar a otros destinos como Jávea o la Costa Brava.
La isla le ha devuelto, además, una manera distinta de vivir el mar. Para alguien que ha pasado gran parte de su carrera delante de las cámaras, el timón de una lancha puede parecer un cambio radical, pero en el caso de Ana Fernández, se trata de una evolución natural. El perfil bajo que mantiene desde hace años, pese a su popularidad, se refleja también en este tipo de decisiones: proyectos que nacen del corazón, no de la alfombra roja.
El equilibrio entre cámara y horizonte
Mientras Bonawa crece, Ana no se aleja del foco interpretativo. En 2024 volvió a ponerse en la piel de Sandra en Los Protegidos: El Regreso, lo que ha mantenido viva la conexión con el público que la vio crecer desde sus primeras apariciones en televisión. Y aunque evita el exceso de exposición en medios, su comunidad digital sigue con atención cada paso. A menudo la acompañan mensajes de admiración, pero también curiosidad por esa vida entre rodajes, amor y mar abierto.
En Mallorca, Ana Fernández ha logrado una fórmula poco frecuente: vivir de lo que ama, con quien ama, en el lugar que ama. Pocas veces se ve a una figura pública que maneje con tanta naturalidad su imagen, su carrera y sus pasiones.