Según he leído que ha dicho, Maheta Molango ya reconoce que el enraizamiento del Mallorca se ha debilitado mucho. No es la primera vez que ocurre y a Miguel Contestí le costó dios y ayuda recuperar ya no a la afición en términos cuantitativos, sino el sentimiento. No lo hizo sólo, sino rodeado de algunos colaboradores incansables y amparado en dos ascensos vertiginosos desde tercera división a Segunda y, más tarde, a Primera, aunque un tanto efímeramente. Ya en ulteriores etapas, el acierto del club en los fichajes y la decisiva apuesta por gente de la casa como Oviedo, Serra Ferrer, etc, lograron mantener a flote el corazón mallorquinista, tan maltratado últimamente.
Supongo que debido a la feliz evaporación del presidente Utz Claassen, el consejero delegado del club explota su don de la ubicuidad. Lo mismo aparece en la presentación de un torneo de tenis, que en una reunión con PImeco o en el entrenamiento del día, por no hablar de su presencia en las penyes, el Ajuntament o alguna barriada u hospital. Que no digo yo que no haya que hacerlo y no se deba estar, aunque quizás no sería él quien debiera asumir tales funciones. No creo que el mallorquinismo deba personalizarse porque no hay quien posea el carisma suficiente para ello, ni es bueno que se focalice sobre una persona o dos, sean la que sean y pese a que no falta quien se atribuya la exclusiva de la aureola.
El abogado suizo se habrá encontrado con un caos tan brutal que transmite la sensación de querer estar en todas partes sin considerar el dictado de la experiencia, pues quien mucho abarca poco aprieta. No es menos cierto que le han vendido una película completamente alejada de la realidad y tal vez no ha tenido tiempo, ni autoridad, para darse cuenta de dónde ha aterrizado, ni tampoco de quién es quien. Démosle tiempo, de acuerdo, pues de todas maneras el mes de junio ya queda a la vuelta de la esquina y estaremos atentos al cómo y cuándo se desvelen los misterios. Demasiados.





