La protección del patrimonio histórico y natural siempre ha sido controvertida. La mayor de las paradojas es visitar los stands del Govern en las ferias turísticas, stands plagados de magníficas imágenes de no menos magníficos entornos naturales de nuestras islas. Entornos, por cierto, protegidos, gracias a los ecologistas, a pesar de la voluntad del propio Govern. Si por ellos fuera hoy es Trenc, sa Canova, Mondragó, ses Covetes, ya no podrían ser mostrados en las promociones turísticas como la Mallorca salvaje, la no urbanizada. Paradojas o contradicciones lamentables.
El edificio de GESA también forma parte de esa misma historia. El Consell, presidido por Maria Antonia Munar, la misma a la cual no se le reconoce ninguna bondad, protegió el histórico edificio. La protección fue avalada por la UIB, ARCA, Colegio de Arquitectos y el Sursum Corda.
Algunos pensaban que el feo edificio debía ser demolido para que Núñez y Navarro construyera unos lujosos apartamentos de hasta siete pisos. El Consell protege. El expresidente del Barça recurre, presentado un informe que gusta más al juez Francisco Úbeda, que toooooodos los avales de las entidades comentadas anteriormente. El juez anula la protección. Maria Salom y Mateu Isern lamentan tener que presentar un recurso, avalado técnicamente, contra la resolución judicial. Para ellos el edificio debería haberse reducido a escombros.
Ahora, resulta que desde Madrid nos dicen que el edificio debe tener un nivel de catalogación superior, que debe conservarse y que tiene que pasar a formar parte de nuestro patrimonio histórico.
¿Alguien va a pedir perdón? O mejor, ¿lo vamos a colocar en las fotos para vender Mallorca como una isla que protege su patrimonio? Algunos lo llaman paradojas de la vida; otros, caraduras.



