Nada menos que 75 veces aparece la expresión “servicio público” en la ley de IB3, de 29 páginas de extensión.
Entre los objetivos de la televisión como servicio público se encuentran: satisfacer las necesidades sociales y culturales de los ciudadanos, aportar información independiente, objetiva y veraz, promover la identidad de las Illes Balears y ofrecer programación de calidad.
Teniendo en cuenta lo anterior, ¿ahora qué?, ¿queremos que el servicio público que aporta la televisión sea más o menos eficiente, es decir, llegue a más o menos gente? O, lo que es lo mismo, ¿queremos una tele que se vea mucho o que apenas se vea?
La eficiencia mide los resultados obtenidos comparados con los recursos aportados. Si nadie viera una cadena de televisión, por mucho servicio público que aporten sus contenidos o por mucha calidad que tengan, no estaría consiguiendo su objetivo. Además de ineficiente, sería ineficaz.
Es como construir un hospital de última tecnología en Siberia. Nadie podría beneficiarse de sus prestaciones. Por eso, hay que facilitar el acceso de la población al servicio público poniendo los mecanismos adecuados para atraerla y se convierta en usuaria de los servicios públicos. De eso se encargan la Estrategia y el Marketing.
Siempre ha existido el debate de si a IB3 o al resto de televisiones públicas, le debe importar la audiencia o el enfoque de servicio público le escusa de ello. Mi opinión es que sí. Las audiencias importan. Y mucho. Cuanta mayor audiencia, mayor será el grado de aportación de servicio público hacia la sociedad. Las audiencias no son, como dijo el portavoz del grupo socialista en comparecencia parlamentaria, una “cosa de percepción”. La medición de las audiencias sigue una metodología y arroja resultados concretos. Otra cosa es que el método sea mejorable, que seguramente lo es, porque la tecnología permite mediciones más reales que las que aportan los exiguos 220 audímetros para un millón de baleares.
Lo dice la propia ley de IB3 y la ley General de Comunicación Audiovisual: Hay que satisfacer las necesidades de información, cultura, educación y entretenimiento.
De “satisfacer las necesidades ” y de “cuota de mercado”, como sinónimo de audiencias, saben mucho quienes han gestionado empresas en mercados competitivos. Por eso, creo necesaria la introducción de habilidades empresariales en la toma de decisiones sobre IB3 y en la definición de la estrategia a seguir. Desconozco el contenido del documento recientemente elaborado por el Consell de Direcció, denominado “Directrius estratègiques 2016-2020”.
Mi sorpresa viene cuando observo que entre las 25 personas que tutelan la marcha de IB3 no hay ni un solo economista. Ni el Director General, ni el Consejo Asesor formado por 15 miembros, ni el Consejo de Dirección compuesto por otros 9, tienen estudios universitarios sobre gestión empresarial. Y la mayoría no ha tenido relación previa con la televisión. Tendrán que tirar de trabajadores de dentro de la casa que sean economistas y expertos en audiencias. Haberlos, haylos.
Las audiencias de IB3 han ido a menos desde la entrada de Andreu Manresa a la dirección del Ente. Han pasado de un 4,2% en diciembre de 2015 a un 2,7% en noviembre de 2016. Esa es la realidad: IB3 no para de perder cuota de mercado. Cada vez la ve menos gente. Desde que el Director General dijo que se iban a dejar la piel por ella, no han conseguido remontar el vuelo. No es hora de buscar excusas del tipo de que si ahora se hace íntegramente en catalán y eso penaliza; que si en la anterior época que se hacía en catalán se más que duplicaba la audiencia porque tenían mucho más presupuesto, etc. A veces el presupuesto no lo es todo. Canal 4, con 30 millones de presupuesto menos que IB3 y un buen equipo de profesionales superó el 1 de octubre en audiencia a IB3.
Hay que mirar hacia adelante. Con visión estratégica y mentalidad de empresa, en el sentido de captar la audiencia en un mercado muy competitivo con una gran rivalidad con múltiples canales de televisión y múltiples canales alternativos que captan la atención del usuario que dedica, de media, casi cuatro horas al día a mirar la televisión. Hay que posicionarse mejor que la competencia. Aunque IB3 sea una televisión pública, debe competir con las privadas. Con las líneas rojas que marca su carácter de servicio público.
En lugar de hacer encuestas sobre si los baleares han visto IB3 en algún momento durante el mes anterior, minusvalorando los datos obtenidos por los audímetros, deberían preguntar a la población sobre qué contenidos debería tener IB3 para que usted, que no es consumidor habitual, se decida por consumir sus contenidos. O qué formatos les gustaría ver. Pregunten a la audiencia potencial qué quiere, ofrézcaselo , teniendo en cuenta las líneas rojas y ganarán cuota de mercado. La sociedad está cambiando muy rápidamente y, con ella, los hábitos y preferencias de los consumidores. A veces, hay que correr muy rápido para estar en el mismo sitio.
El Director General reconoce la importancia de las audiencias y dijo que se iban a dejar la piel por ellas. No hace falta dejar la piel. Será más efectivo hacer un curso de Estrategia empresarial o de Marketing.
Tras un año en el cargo, las audiencias han menguado hasta la mitad. Ahora dispone de, nada más y nada menos que 24 asesores. Dejemos que la nueva estrategia definida dé sus frutos.
Si en un año no se ha recuperado la audiencia, al menos hasta el nivel que encontró al entrar, los políticos serán los que tendrán que cambiar la estrategia para nombrar un nuevo Director General que consiga que IB3 sea un servicio público más eficiente de lo que lo es hoy.