Cada 29 de abril, el mundo se rinde ante la belleza efímera del movimiento. El Día Internacional de la Danza no solo celebra un arte milenario, sino que reivindica su papel como lenguaje universal. Desde los escenarios clásicos hasta la gran pantalla, la danza ha sabido adaptarse, emocionarnos y contar historias que no necesitan palabras. En 2025, esta celebración cobra un nuevo sentido, entre homenajes, manifestaciones culturales y una conexión cada vez más intensa con el cine, que la ha inmortalizado y reinventado.
El 29 de abril y el legado de Noverre
El Día Internacional de la Danza, promovido por la UNESCO desde 1982, se celebra cada año en honor a Jean-Georges Noverre, nacido un 29 de abril de 1727 y considerado el padre del ballet moderno. Fue él quien propuso una danza con alma, capaz de contar historias a través del cuerpo. Hoy, casi tres siglos después, su legado sigue vivo en cada coreografía y cada interpretación.
Más que una efeméride, esta jornada tiene un propósito claro: visibilizar la danza en todas sus formas, fomentar su práctica y recordar que, más allá de estilos y fronteras, todos podemos entendernos con un gesto, un giro, un salto.

Palma se rinde a la danza
El Festival Palma Dansa 2025, dirigido por Mar Aguiló, se celebra del 26 de abril al 5 de mayo en Palma, ofreciendo una programación diversa que incluye espectáculos, conferencias y actividades participativas en espacios emblemáticos de la ciudad.
La inauguración en Sa Llotja se presentó “L’amor x Sa Llotja”, una fusión de danza contemporánea y flamenco. El festival destaca por su inclusión de artistas locales e internacionales, y por transformar espacios urbanos en escenarios vivos, promoviendo una experiencia artística integral. Con actividades gratuitas y de acceso libre, Palma Dansa busca acercar la danza contemporánea al público y fomentar el diálogo entre diferentes artistas y audiencias.
La danza en el cine una historia de mutua inspiración
Pero si hay un territorio donde la danza ha encontrado un nuevo hogar, es en el cine. Desde los primeros pasos del cine mudo, cuando figuras como Loïe Fuller o Isadora Duncan llenaban de emoción las imágenes en blanco y negro, hasta el auge del musical de Hollywood, la relación ha sido tan natural como mágica.
Películas como “Cantando bajo la lluvia”, “West Side Story” o más recientemente “El cisne negro” o “Billy Elliot”, han llevado la danza a millones de personas. Y no solo hablamos de espectáculos. El cine ha sido capaz de explorar el lado humano del bailarín, su lucha por la perfección, sus sacrificios y su pasión inquebrantable.
Cine y danza una alianza que sigue creciendo
Hoy, la tecnología ha permitido nuevas formas de expresión: videoclips, performance digitales, realidad aumentada. La danza ya no necesita un escenario tradicional. YouTube, TikTok y otras plataformas han democratizado el acceso a este arte, permitiendo que coreografías virales traspasen fronteras.
El documental también ha jugado un papel crucial. Obras como “Pina”, de Wim Wenders, o “La Danse”, de Frederick Wiseman, abren una ventana íntima al mundo del baile, mostrando la belleza y la dureza que hay detrás de cada función.
El mensaje de Baryshnikov para 2025
Cada año, una figura internacional de la danza es la encargada de redactar el mensaje oficial del Día Internacional de la Danza. En 2025, el honor ha recaído en Mikhail Baryshnikov, uno de los grandes del siglo XX. Su reflexión apunta al poder de la danza como refugio ante un mundo convulso: “La danza nos recuerda que el cuerpo puede ser libertad cuando todo lo demás parece estar en ruinas”.
Sus palabras, difundidas en todo el planeta, son también un llamado a proteger este arte, a darle el espacio que merece en la educación, en la cultura y en la vida diaria.
Más que arte una necesidad vital
En un mundo acelerado, lleno de pantallas y estímulos, la danza nos invita a conectar con lo esencial. Es un recordatorio de que el cuerpo tiene su propia voz, y que esa voz puede ser de protesta, de amor, de alegría o de dolor.
El Día Internacional de la Danza no es solo una fiesta para profesionales. Es una invitación a todos: a movernos, a sentirnos parte de algo más grande, a recordar que, en el fondo, todos tenemos ritmo.
