El Día de Todos los Santos en Mallorca no solo invita al recogimiento familiar, sino también al reencuentro con los sabores más dulces y emblemáticos de la tradición isleña. Panellets, buñuelos, huesos de santo o cocas de patata llenan los escaparates de los obradores más reconocidos de la isla, donde la repostería se convierte en una forma de rendir homenaje a quienes ya no están. Entre los aromas de almendra, boniato y azúcar, las mejores pastelerías de Mallorca reinterpretan el legado de los dulces de noviembre con maestría y respeto por la historia.
DULCES QUE SABEN A RECUERDO
PANELLETS: EL CLÁSICO QUE SE REINVENTA
De origen catalán pero profundamente arraigados en la isla, los panellets son los reyes de Todos los Santos. Se elaboran con almendra molida, azúcar y huevo, recubiertos con piñones, coco o chocolate. En Lluís Pérez Pastisser, el prestigioso obrador del Carrer de Bonaire en Palma, se reinterpretan con ingredientes locales como almendra mallorquina tostada o membrillo artesanal, logrando una fusión entre tradición y creatividad.
Su elaboración, que muchas familias aún realizan en casa, simboliza la unión familiar y el inicio del otoño mallorquín.
BUÑUELOS DE VIENTO: EL SABOR DE LAS VERGES Y DE TOTS SANTS
Ninguna fecha otoñal en Mallorca está completa sin los bunyols de vent. Estas pequeñas esferas de masa frita, ligeras y aromáticas, se disfrutan desde el Día de les Verges (21 de octubre) hasta Todos los Santos. En la isla destacan especialmente los bunyols de patata, suaves y esponjosos, que pueden tomarse con azúcar o rellenos de crema, nata o chocolate.
En el histórico Forn del Santo Cristo, fundado en 1910 en la Plaça del Marquès del Palmer, se elaboran buñuelos y dulces tradicionales que han pasado de generación en generación. Un referente indiscutible de la repostería mallorquina y parada obligatoria en estas fechas.
ROSQUILLAS, BONIATOS Y DULCES DE TEMPORADA
Otro clásico que no falta en las mesas mallorquinas son las rosquillas de anís o limón, fritas o al horno y recubiertas de azúcar. Se sirven con licor de hierbas o vino dulce, acompañando conversaciones pausadas.
El boniato, producto otoñal por excelencia, protagoniza numerosas recetas: pastissets, empanadillas dulces o tartaletas rellenas que se venden en mercados y ferias. En la Fira de Tots Sants de Inca, una de las más concurridas de Baleares, se respira el aroma cálido de estos postres recién hechos, símbolo del cambio de estación.
HUESOS DE SANTO Y DULCES CONVENTUALES
De herencia peninsular, los huesos de santo —cilindros de mazapán rellenos de yema confitada o batata— son un homenaje visual y gustativo. Su color blanco marfil recuerda al símbolo de la festividad. En Palma, aún se encuentran en conventos de clausura y pastelerías tradicionales, donde las monjas preparan también suspiros, pastissets o galletas de yema.
Estos dulces conventuales representan la conexión espiritual de la repostería mallorquina con el legado religioso y artesanal que ha perdurado durante siglos.
COCA DE CUARTO Y COCA DE PATATA: DULCES DE MERIENDA
Aunque no exclusivos del 1 de noviembre, los mallorquines acompañan sus meriendas otoñales con coca de cuarto o coca de patata. La primera, ligera y esponjosa, solo lleva huevos, azúcar y fécula de patata; la segunda, originaria de Valldemossa, es más húmeda y densa, perfecta con café o chocolate caliente. En Pide Tres Deseos Mallorca, un obrador moderno del centro de Palma, se ofrecen versiones actualizadas y creativas que mantienen intacto el espíritu casero de siempre.
FRUTAS CONFITADAS Y CASTAÑAS ASADAS
En la estampa otoñal mallorquina tampoco faltan las frutas confitadas —higos, calabaza o membrillo— ni las castañas asadas, que completan las bandejas festivas de Todos los Santos. Aunque no se consideren dulces propiamente dichos, su presencia refuerza el carácter ritual y sensorial de la celebración.
LAS MEJORES PASTELERÍAS PARA PROBARLOS
1) Lluís Pérez Pastisser (Carrer de Bonaire 14, Palma)
Por qué destacarla: Es un obrador de autor que combina técnicas contemporáneas con ingredientes mallorquines, lo que la convierte en una opción perfecta si buscas dulces tradicionales (panellets, huesos de santo) con un toque refinado.
Recomendación para Todos los Santos: Preguntar por sus panellets artesanales de almendra mallorquina, boniato o coco; encargar con antelación para garantizar disponibilidad.
2) Forn del Santo Cristo (Plaça del Marquès del Palmer 2, Palma)
Por qué destacarla: Horno con tradición, muy citado en medios locales como uno de los referentes para dulces de Todos los Santos.
Recomendación para Todos los Santos: Ideal para buñuelos de viento (o bunyols de patata) y los panellets clásicos. Visita temprano, pues suele haber demanda alta estos días.
3) Forn Fondo (Carrer Unió 15, Palma)
Por qué destacarla: Según artículo de prensa local, es una de las pastelerías que mantiene la tradición de los “rosarios” y panellets de Todos los Santos con variedad de sabores.
Recomendación para Todos los Santos: Explora los panellets de sabores menos tradicionales (café, yema, mango) que elaboran esta época y combina con buñuelos para una bandeja variada.
4) Fornet de la Soca (Plaça de Weyler 9, Palma)
Por qué destacarla: Un clásico de la repostería mallorquina que aparece habitualmente en listados de “mejores pastelerías” por su compromiso con la tradición.
Recomendación para Todos los Santos: Apuesta segura para encontrar dulces conventuales, pastissets de boniato o empanadillas dulces, que suelen elaborarse para la temporada otoñal.
5) Pastisseria Pomar (Carrer de Manacor 3, Palma)
Por qué destacarla: Especializada en dulces tradicionales en la temporada de Todos los Santos, con buena reputación local. Se menciona en prensa para esta festividad.
Recomendación para Todos los Santos: Ideal para encargos personalizados de bandejas de dulces variados —panellets, rosarios, huesos de santo— para compartir o para un artículo de cobertura gastronómica.
EL SENTIDO DE UNA DULZURA QUE PERDURA
En Mallorca, Todos los Santos es una jornada de memoria, silencio y dulzura compartida. Los mercados de Palma, Inca o Sóller se llenan de los aromas que acompañan a la infancia de muchas generaciones: almendra tostada, azúcar, coco y canela.
En un tiempo donde la rapidez domina, estos dulces ofrecen una pausa: una forma de recordar con el gusto, de celebrar la vida a través de la tradición. Y es que, en cada panellet o buñuelo, Mallorca conserva algo más que una receta: guarda su identidad, su historia y su amor por lo que permanece.













