Maltrato en Marineland

GUILLERMO AMENGUAL.- La difusión de unas imágenes por parte de SOSdelfines en las que se ve a un entrenador maltratando física y verbalmente a los delfines del centro Marineland a causado un gran impacto en la sociedad mallorquina. Un escándalo en mayúsculas que esta dando la vuelta al mundo.

“Vaga, que eres una vaga” “Toca la puta pelota” “Te voy a dar un cubazo en la cabeza” “¿Eres tonta o te lo haces?”, de esta manera se dirigía dicho entrenador a los delfines que en ese momento estaba entrenando. Patadas, golpes en la mandíbula, esa ha sido un parte de la pesadilla de estos bellos animales, privados de libertad para entretener a personas que no son capaces de empatizar con el sufrimiento humano.

Muchas son las personas que a raíz de estas imágenes han abierto los ojos y han podido comprobar lo que estos centros esconden. No todo es como ellos lo quieren vender y así se ha demostrado.
Muchos dirán que este hecho es algo aislado y que los delfines están en perfectas condiciones tanto físicas como psíquicas, y la verdad es muy distinta.

El hecho de estar privados de una libertad que los humanos no tenemos ningún derecho a quitarles ya es maltrato. Los delfines en libertad pueden vivir cerca de los 80 años y en cautividad esta cifra se reduje drástica mente a los 20 años. Muchos de ellos suelen morir de infecciones y otras enfermedades, aparte de sufrir continuo estrés debido al continuo entrenamiento. En su hábitat natural los delfines nadan en grupos numerosos cooperando entre ellos y llegan a recorrer cerca de 150 km al día.

Muchas personas viven engañadas por la apariencia feliz de los delfines. Sin embargo los delfines no sonríen, es la forma de su mandíbula, algo que oculta su verdadero estado, estrés, depresión.
Por mucho que quieran engañarnos con viejos cuentos de conservación y recuperación , muchos de estos centros se lucran gracias a los delfines, que son obligados a realizar estúpidas acrobacias antinaturales para contentar a las personas. Por muy grande que sea la piscina, por muy bien que pretendan hacernos creer que están, jamás estarán en las condiciones de su hábitat natural.

Debemos abrir los ojos, empatizar con estos animales y devolverlos al lugar de donde nunca tendrían que haber salido: la LIBERTAD.

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