Ignoro cuántas horas dedica Maheta Molango a su trabajo, pero el “Twitter” le mantiene bastante ocupado. Esta vez no ha tenido otra ocurrencia que la de poner como ejemplo al Atlético de Madrid, del que asegura haber sido jugador y abogado. Utz Claassen pretendía imitar al Eibar, al menos hemos dado un salto de calidad. Esta última faceta del consejero delegado la desconozco, pero como futbolista rojiblanco no intervino ni en el partidillo de los jueves, igual que en casi todos en casi todos los que militó, incluido el Conquense o el Unión Adarve Barrio del Pilar.
En efecto Gil Marín y Enrique Cerezo han hecho del club colchonero un equipo verdaderamente ejemplar. Y lo han conseguido porque han priorizado el alma del club por encima de la especulación o el negocio. No solo han huido de inversores extranjeros, direcciones deportivas imaginarias y otras ideas estrambóticas, sino que han buscado la conexión con una masa social unida en torno a una idea.
Simeone encarna y aglutina ese sentimiento común. Ha entendido que el Manzanares es un templo y sus aficionados, feligreses. Fue y se siente de la casa, lo mismo que el Mono Burgos o el último de los profesionales que luchan sobre el campo no solamente por ganar un partido, sino por lo que representa hacerlo. Sintiéndolo en el alma, a años luz de lo que hoy por hoy es el Mallorca que, con un entrenador gastado que apura sus últimos años de actividad, sin líderes ni dentro ni fuera del campo y una línea errática y desarraigada, jamás recuperará sus raíces.
Antes de seguir adelante con su pantomima y su intensa actividad en las redes sociales, pregúntese usted si los símbolos elegidos, tanto humanos como virtuales y representativos, son verdaderamente apreciados por la mayor parte del otrora mallorquinismo auténtico y vivo. Seguramente se llevaría un chasco aún más grande del que le espera. Y eso sin entrar en más detalles.