La salud física de los trabajadores del sector hotelero se ha convertido en uno de los grandes retos silenciosos de Baleares. El Clúster Biotecnológico y Biomédico de las Illes Balears (BIOIB) impulsa un proyecto pionero que busca analizar en profundidad el dolor crónico en las plantillas, revisar protocolos obsoletos y diseñar un circuito actualizado de diagnóstico y tratamiento que mejore la coordinación entre sistema sanitario, mutuas, servicios de prevención y empresas. El proceso ha culminado con un white paper dirigido a las conselleries de Salud, Turismo y Empleo, así como a los principales agentes del sector, con propuestas concretas para reducir el impacto del dolor crónico en la plantilla.

La iniciativa incluye un análisis exhaustivo de la incidencia real del dolor crónico, la revisión crítica de los protocolos actuales de derivación y tratamiento, la creación de un Consenso Mínimo Viable que fijará criterios comunes para evaluar y gestionar el dolor crónico y la digitalización del circuito asistencial para acelerar diagnósticos, mejorar el seguimiento y evitar bajas prolongadas. El objetivo final es reducir el número de lesiones cronificadas, mejorar la atención sanitaria a los trabajadores y reforzar la eficacia organizativa del sector hotelero.
INCIDENCIA ELEVADA DE DOLOR CRÓNICO
Detrás de uno de los ecosistemas turísticos más potentes del mundo —más de 100.000 empleos directos en temporada alta— existe una realidad menos visible: miles de trabajadores realizan tareas físicamente exigentes que generan lesiones, desgaste y dolencias persistentes. Este problema afecta tanto a la salud individual como a la sostenibilidad global del modelo turístico
El punto de partida del proyecto es claro: el dolor crónico es un problema estructural para el sector hotelero balear. Más de la mitad de los trabajadores afirma sufrir algún tipo de dolor persistente relacionado con su actividad, un fenómeno especialmente acusado entre las camareras de piso, expuestas a sobrecargas constantes. Un estudio de 2022 a más de 1.000 trabajadoras muestra cifras alarmantes: el 28,7 % sufre dolor lumbar, el 23,7 % dolor en manos y muñecas, el 21,6 % dolor cervical, el 19,9 % dolor en hombros y el 17,8 % dolor dorsal. Además, el 50 % reconoce no aplicar medidas básicas de prevención de riesgos laborales y un 20 % percibe su salud como “baja o muy baja”.

Las consecuencias se reflejan en el absentismo: el sector servicios registra un 7,1 %, uno de los niveles más altos del país, según CEPROSS. Los trastornos musculoesqueléticos suponen ya el 36 % de los accidentes laborales con baja, lo que alimenta un ciclo de rotación, sobrecargas adicionales en los equipos y dificultades para garantizar la continuidad del servicio.
COLABORACIÓN INTERDISCIPLINAR
Una de las fortalezas del proyecto es su enfoque transversal, que integra a especialistas clínicos, entidades técnicas y agentes directamente vinculados al día a día del sector. Entre los colaboradores destacan CIMA20, referente en prevención de riesgos laborales; TODO Biomedical, experta en protocolos y circuitos médicos; la Gerencia de Atención Primaria de Baleares; especialistas hospitalarios en traumatología, rehabilitación y unidades del dolor; Mutua Balear, clave en la gestión de bajas y reincorporaciones; la FEHM, como voz del sector empresarial; y Las Kellys Mallorca, que aportan la perspectiva del colectivo más afectado por la carga física.
La dirección científica del proyecto está liderada por la doctora Zara Pons (BIOIB), mientras que la coordinación administrativa recae en Cristòfol Vidal y la estrategia de comunicación la dirige Irene Mir. A ellos se suman perfiles especializados como Mateu Oliver (CIMA20), responsable de asesorar en prevención, y Joan Cifre (TODO Biomedical), encargado del diseño tecnológico del circuito. Un comité de expertos clínicos y sectoriales participa en revisiones bibliográficas, sesiones de trabajo y validación de propuestas, asegurando que las soluciones surjan de la práctica real y no de planteamientos teóricos alejados del campo.

METODOLOGÍA EN TRES FASES
El proyecto se articula en tres etapas. La primera corresponde a la coordinación y la comunicación, con el establecimiento de canales de trabajo, el seguimiento de hitos y la difusión periódica de avances. La segunda es la fase científica, que incluye la revisión del estado del arte sobre dolor crónico, las búsquedas bibliográficas sobre tratamientos y escalas de evaluación y las sesiones de trabajo con el comité de expertos para analizar los protocolos existentes y consensuar un flujo actualizado de derivación y manejo clínico.
Esta fase culmina en un documento técnico preliminar. La tercera etapa corresponde al informe final y a la digitalización: tras el análisis estadístico de los datos secundarios, se elaborará el informe definitivo con recomendaciones para administraciones públicas y sector hotelero, acompañado de la digitalización del circuito para facilitar su implantación y permitir el seguimiento en tiempo real del bienestar físico de la plantilla.

BENEFICIOS Y DIGITALICACIÓN
Los efectos del proyecto se amplían en tres direcciones. Para los trabajadores, se traducen en menos dolor, diagnósticos más rápidos, menos lesiones cronificadas y mejores oportunidades de mantener su empleo en condiciones dignas. Para el sistema sanitario, implican una menor presión sobre atención primaria y especialidades gracias a circuitos de actuación más ágiles.
Para los hoteles, suponen una mayor estabilidad operativa, menos bajas, menos rotación, equipos más cohesionados y un clima laboral más saludable. Además, el proyecto contribuye a redefinir la sostenibilidad turística, que no es solo energética o ambiental, sino también social. Un destino sostenible es aquel que protege a las personas que sostienen la actividad.

La digitalización es uno de los ejes más transformadores del proyecto. Las herramientas tecnológicas permitirán a los hoteles monitorizar cargas físicas y riesgos en tiempo real, detectar patrones que indiquen posibles lesiones y adoptar medidas preventivas basadas en datos objetivos. Esta combinación de ciencia, colaboración e innovación convierte al proyecto en un modelo replicable en sectores como restauración, limpieza, logística o el ámbito sociosanitario, así como en otras comunidades con un alto peso turístico.


