Un entorno complaciente

Los dos goles que Joselu le endosó al Mallorca el sábado en Lugo han devuelto al primer plano el refrán que recuerda que “no hay peor cuña que la del mismo palo” pero, a la vez, abren de nuevo el antiguo debate sobre el rendimiento de los futbolistas que abandonan el club o aquellos otros que decaen justo al vestir la zamarra bermellona.

En efecto, el máximo goleador lucense, que dejó Son Moix tras adquirir conciencia de las penurias del club que ya le habían aconsejado dejar al Recreativo cuando aterrizó en Palma, pasó completamente desapercibido en la Isla. Ni siquiera fue titular indiscutible o fijo, ni apuntó dotes de gran realizador. El suyo no es un caso excepcional en los anales del club, ni tampoco fácil de explicar, pero un estudio parsimonioso de la situación permite concluir que una de las causas de tan peculiar fenómeno nace de un entorno sumiso y más indulgente que exigente con la gestión cotidiana de quienes rigen los destinos de la institución.

Si la afición estuviera representada, es un decir, por la Federació de Penyes, coincidiremos que su participación en el devenir de la entidad es prácticamente nula. Ni un atisbo de crítica, al contrario de lo que sucede en otros lares donde los peñistas no sólo tienen voz y voto, sino que se hacen oír; por ejemplo, el Espanyol. Unos medios de comunicación complacientes en los que priva el temor a la negativa de una entrevista, miedo esencialmente aplicable a las emisoras de radio cuyos programas de excesiva duración dependen del protagonista del día, con escasa u opaca, según la política a seguir, capacidad analítica. Una directiva pírrica, limitada a la exclusiva figura de un consejero delegado omnipotente el cual, con el resto del entorno, desemboca en el recurso fácil: la culpa es de los jugadores. Y no, la responsabilidad es compartida y no en proporciones idénticas. La estructura de un club de fútbol, como en la mayoría de empresas o sociedades, es piramidal y si subimos desde la amplia base del cono está muy claro quién o quiénes se sientan en la cúpula.

Terminaremos con un ejemplo meridiano. Después de la debacle del Anxo Carro, Maheta Molango intentaba presumir en las redes sociales de haber “repatriado” a Dalmau. Ni un punto, ni una coma del caos. Todo sólo y exclusivamente de cara a una galería displicente, dócil y casi esclava.

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias