Román Muret nació y creció en El Terreno, en una finca familiar de estilo modernista que había comprado su abuelo y que había sido ideada por el reconocido arquitecto Francesc Roca Simó, discípulo de Antoni Gaudí. "Estaba en el número 13 de la calle Santa Rita, en donde ahora está el Hotel Can Quetglas", rememora.
De niño, fue un buen estudiante, al que las asignaturas de ciencias se le daban bien. Aun así, una vez acabado el Bachillerato tenía dudas sobre qué estudiar. "En aquel momento, yo no tenía una idea clara de lo que quería ser", reconoce Román. Fue su hermana mayor —Maria Lluïsa—, que estudiaba Farmacia, quien le animó a matricularse en esa misma carrera. Ambos acabarían siendo los primeros farmacéuticos de su familia.
Nuestro interlocutor estudió en la Universitat de Barcelona. "En aquellos años, sólo existían cuatro facultades de Farmacia, la de Barcelona, la de Granada, la de Santiago y la de Madrid", recuerda. Un hecho muy curioso —y romántico a la vez— es que conoció a quien luego sería su futura esposa —María Francisca Ramón— en la cola para matricularse en el primer curso de la carrera. "Al principio yo creía que era una chica catalana, pero resultó ser de Llucmajor", bromea.
Una vez ya licenciado, trabajó unos tres años de adjunto en una farmacia de Es Vivero, y luego ocupó el mismo cargo en una farmacia de Ibiza durante unos dos años. "Era la época de los hippies, que era muy divertida", comenta en un tono amable. Tras regresar a Mallorca, estuvo una temporada ayudando a su hermana en la farmacia que ella tenía en Portals Nous.
Poco después, a principios de los años ochenta, se presentó a unas pruebas que había convocado el antiguo Hospital de Son Dureta para poder trabajar en el departamento de Análisis Clínicos. "Aprobé aquellas pruebas y entré como farmacéutico residente", confirma. Estando ya en el citado departamento, hubo oposiciones para una plaza de adjunto, que también logró. Con posterioridad, en 1988, obtuvo el título de especialista en análisis clínicos.
"Los médicos especialistas nos remitían los volantes con el diagnóstico posible de cada paciente para el que pedían unos análisis y te señalaban las pruebas concretas que querían", explica seguidamente. Ese tipo de análisis, tan focalizados, se diferencian por tanto de los que suelen pedir los médicos de familia en su consulta, mucho más generales. Como anécdota, Román nos explica que familiares y amigos le solicitaban a veces su opinión sobre los resultados de tal o cual analítica que les habían hecho.
"El laboratorio estaba ubicado en la séptima planta, entre la UCI y Coronarias, y hacía pruebas específicas para estas dos unidades", indica. Román veía allí casos muy duros, lo que provocaba que a menudo se llevase el trabajo a casa y se sintiera muy cansado anímicamente. Además, cuando llevaba ya unos quince años en Son Dureta, "cambió mucho el organigrama de todos los servicios médicos y comenzó a haber diversas tensiones".
Paralelamente, dos amigos farmacéuticos le empezaron a animar, medio en broma, medio en serio, para que abriera su propia botica. "Mi mujer tenía ya una en Son Ferriol, pero yo no tenía ninguna", señala. María Francisca, que había trabajado también como analista en Son Dureta, le animó en el mismo sentido en que lo habían hecho ya sus dos amigos. En ese contexto, en 1995 surgió la oportunidad de que Román se pudiera hacer cargo de la farmacia que había al lado del Teatre Principal.
"En aquel momento, yo tenía casi cuarenta años y una plaza fija en Son Dureta, por lo que me daba un poco de pereza poner mi propia farmacia, pero al final lo hice porque me gustaba esa idea", desvela. Tras varios años, las dos propietarias del citado inmueble junto al Principal le anunciaron que le subirían el alquiler, con una cantidad que Román no podía afrontar, así que decidió buscar otra ubicación para su farmacia. La encontró en 2008, en la calle Arxiduc Lluís Salvador, en el tramo que forma parte de la barriada de S'Olivera.
"Antiguamente, la mayoría de farmacias de cada ciudad estaban situadas en el centro, algo que también sucedía en Palma, con la presencia de diversas boticas en Cort, Colom o Santa Eulàlia", expone. Ya en el siglo pasado, el Gobierno central aprobó una normativa que permitía que también hubiera farmacias fuera de los centros históricos, con la única condición de que existiesen 500 metros de distancia entre una y otra, un requisito del que estaban exentas las más antiguas.
Mucho más recientemente, hace diez años, el Ejecutivo aprobó la Ley 1/2015, que sitúa ahora la distancia mínima entre dos farmacias en sólo 250 metros. En la actualidad, la normativa en esta materia sigue siendo controlada por el Estado, si bien el Govern regula la apertura y el funcionamiento de las farmacias que hay en Baleares, así como también la dispensación de medicamentos.
"Decidí abrir mi nueva farmacia en el tramo final de Arxiduc Lluís Salvador porque justo en aquel momento —en 2008— todo apuntaba a que se iban a construir muchas viviendas y muchos equipamientos aquí", contextualiza, para añadir con buen humor: "Pero la cagué, porque fue el año de la gran crisis financiera mundial y prácticamente todo se paró".
Por fortuna, aquella crisis pasó al cabo de un tiempo y Román vio cómo su farmacia se iba consolidando poco a poco en S'Olivera. "La verdad es que hoy estoy muy contento aquí, es un barrio muy tranquilo y además la gente es muy agradable", subraya. Por lo que respecta a los servicios municipales, indica que "esta zona está muy bien atendida", por lo que no tiene "ninguna queja" de dichos servicios en el actual mandato, que preside Jaime Martínez.
Cabe recordar que recientemente, en concreto el pasado mes de noviembre, Emaya llevó a cabo en S'Olivera y en las barriadas circundantes nuevas actuaciones en el marco de su plan de choque, que incluye todo el término de Palma. Por otro lado, en materia de seguridad la mayor parte de los vecinos muestran su satisfacción por la situación actual del barrio, que además es uno de los que más ha crecido a nivel residencial en estos últimos años, debido a la progresiva construcción de diversos bloques de viviendas multifamiliares.
Esta circunstancia urbanística ha favorecido un paulatino incremento en el número de habitantes en S'Olivera, que ahora mismo es de unas 5.000 personas en total. Precisamente, Román nos comenta que cuando él llegó al barrio hace diecisiete años, muchas de las personas que vivían aquí eran personas mayores, mientras que en estos últimos años se ha acentuado la llegada de familias jóvenes.
Todas estas circunstancias hacen que estén previstos aquí nuevos equipamientos, por ejemplo justo enfrente del Parc de La Femu, en donde hoy se encuentra un solar de titularidad municipal habilitado como pipicán. En dicho solar está prevista la construcción de un centro de salud para los residentes de S'Olivera, La Femu y El Amanecer. Seguramente, se edificará también en este espacio algún equipamiento cultural. En principio, se espera que la tramitación de todo el proyecto empiece a lo largo de este mandato.
De todas estas cuestiones hablamos también con Román, a quien, por último, le preguntamos sobre el día a día de su profesión en la actualidad. "Los clientes ya no piden hoy tanta información como antes a los farmacéuticos", asevera, si bien estos siguen dando consejos y preocupándose por las posibles interacciones negativas que pueden provocar distintos medicamentos cuando son tomados por una misma persona en un periodo de tiempo determinado.
Al final de nuestra agradable charla, Román nos avanza que el relevo generacional en la Farmacia Arxiduc 123 está prácticamente garantizado, pues su nieto está estudiando el grado de Farmacia. En breve habrá, pues, un nuevo boticario en la familia.
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